yogures

El Gobierno ha derogado la normativa que establecía que los yogures debían tener un plazo límite de expiración, por lo que estos productos lácteos ya no caducan a los 28 días de su elaboración. A partir de ahora, las empresas decidirán qué fecha de consumo preferente ponen a los yogures, tras la cual el alimento pierde algunas características organolépticas (sabor, textura, color) pero su ingesta sigue siendo segura para las personas.

Con la derogación de la norma publicada el pasado 29 de marzo en el Boletín Oficial del Estado, los yogures dejan de tener una fecha de caducidad en la que estos productos dejan de ser aptos para el consumo. Así lo anunció este martes el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, en la presentación de la Estrategia ‘Más alimento, menos desperdicio’, que tiene como objetivo limitar las pérdidas y el desperdicio de alimentos.

Esta pérdida de alimentos la relaciona el Parlamento Europeo con los malos hábitos de compra, consumo y gestión de los alimentos que normalmente se puede evitar y que se produce en todas las fases. En la producción, como consecuencia de la no recolección por motivos económicos, las mermas en la calidad por fenómenos meteorológicos adversos o por un exceso de producción. En la gestión y almacenamiento, las pérdidas pueden deberse a la rotura de la cadena de frío o en el transporte, sin olvidar lo desechado por su apariencia.

En la transformación, por un tamaño o packaging poco adecuado, así como por los desechos propios de las operaciones industriales y en la fase de distribución, por el deterioro y problemas en la manipulación o, cadena de frío, así como por estrategias comerciales inadecuadas y la problemática ligada a las fechas de caducidad y consumo preferente. En los hogares, por la gestión inadecuada de compra y consumo o la confusión sobre las fechas, mientras que en la restauración las pérdidas son en las cocinas, por dificultad de previsión de la demanda o la gestión ineficiente de la compra de alimentos, y en sala, por cantidades grandes de las raciones o modelos de libre servicio, como los buffet.

La Comisión estima que en Europa se pierden o desperdician al año 89 millones de toneladas de alimentos, lo que significa 179 kilogramos por habitante, es decir, cada año entre un 30 y un 50% de los alimentos sanos y comestibles se convierte en residuos.
 El mayor desperdicio se produce en los hogares, el 42%, y en los procesos de fabricación, un 39%, aunque en el segundo caso las pérdidas son, en gran parte, inevitables, ya que son debidas a la obtención de subproductos que no forman parte del alimento final.

En este contexto, España es el sexto país que más comida desperdicia de Europa tras Alemania (10,3 Tm), Holanda (9,4 Tm), Francia (9 Tm), Polonia (8,9 Tm) e Italia (8,8 Tm). Por ello, la Estrategia plantea las líneas de actuación para limitar las pérdidas y el desperdicio, reduciendo las presiones ambientales, e instrumentándose, como explicó el ministro, “no a través de una política intervencionista, sino mediante recomendaciones, acuerdos voluntarios  y autorregulación, acompañándose, en algunos ámbitos, por iniciativas normativas dirigidas a mejorar la eficiencia de la cadena de suministros”.

ESTUDIOS SOBRE EL DESPERDICIO DE ALIMENTOS

Además de analizar y revisar los aspectos normativos que incidan sobre la generación de alimentos desechados, como la derogación de la fecha límite de consumo del yogur, Cañete destacó que en esta iniciativa se promoverá la realización de estudios “para conocer cuánto, cómo, dónde y el por qué del desperdicio de alimentos”, además de que se elaborarán guías de buenas prácticas y acciones de sensibilización dirigidas a los agentes de la cadena alimentaria, la restauración y los consumidores.

Con esta estrategia se impulsarán actuaciones en colaboración con otros agentes para reducir el desperdicio y maximizar la redistribución de alimentos desechados y «se fomentará el diseño y desarrollo de nuevas tecnologías para mejorar la eficiencia en el aprovechamiento de productos”, agregó el ministro de Agricultura durante la presentación del plan en Madrid.

Según señaló el ministro, es una iniciativa destinada a “fomentar la transparencia, el diálogo y la coordinación entre los agentes de la cadena alimentaria y las administraciones públicas y a desarrollar de forma coordinada, actuaciones que contribuyan a impulsar un cambio de actitudes, sistemas de trabajo y de gestión que permita limitar el desperdicio y reducir las presiones ambientales”.

Tal como ha explicado el Ministro, la Estrategia ‘Más alimento, menos desperdicio’, viene a dar cumplimiento al compromiso adoptado por Arias Cañete en sede parlamentaria y a los objetivos marcados por el Parlamento Europeo que conllevaba la solicitud a todos los Estados Miembros para elaborar un Plan de Acción contra el desperdicio de alimentos para 2013.

 

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