El mercado mundial del vino de calidad es un ámbito muy competitivo en el que es muy difícil hacerse hueco. Los caldos de Francia, Italia, España, Estados Unidos y Argentina, entre otros, tienen la mayor parte de la cuota de mercado y los vinos procedentes de otros países tienen muy escaso margen de maniobra. Es el caso de Canadá que, sin embargo, ha apostado por la ciencia para presentarse como el adalid de un producto innovador: el vino hipoalergénico.
Partiendo de la base de que el 30% de los consumidores son alérgicos en mayor o menor medida a alguno de los componentes de los vinos tradicionales, los científicos del Centro de Investigación del Vino de la Universidad de British Columbia (Canadá) se pusieron manos a la obra para elaborar un vino que quizá no sea tan bueno como un Rioja español o un Burdeos francés, pero que es apto hasta para los paladares más sensibles.
Tras recibir fondos del Gobierno canadiense, los científicos han trabajado hasta desarrollar una cepa de levadura de vino que previene las reacciones alérgicas y que ya está siendo incorporada a muchos vinos canadienses y estadounidenses.
«Las inversiones en investigación han permitido a la industria canadiense hacerse un hueco en el mercado», explicaba recientemente el ministro de Ciencia del país norteamericano, Gary Goodyear.
El director del centro universitario, Hennie van Vuuren, aseguraba por su parte que el conocimiento científico avanzado constituye «una buena baza estratégica para los productores de vino canadiense». «Los científicos estamos dispuestos a ayudar a competir a esta importante industria», añadía. Que tiemblen los de Rioja y Ribera, que llegan los canadienses…