Los colmados o las tiendas de ultramarinos en España lejos de morir ante la avalancha de supermercados, grandes superficies comerciales o, incluso, los establecimientos non-stop de los chinos, y, como no, a pesar de la situación actual de crisis, han podido aguantar e, incluso, han decidido renovarse con éxito. Buen ejemplo de ello se puede ver en diversas ciudades españolas en las que se pueden encontrar productos artesanos, ecológicos, de calidad, selectos y variados.
En Huesca, La Confianza, inaugurada por el francés Hilario Vallier en 1871 como una mercería y sedería con la venta de productos finos de encajes, porcelanas y abalorios y posteriormente se amplió con la venta de lujosos productos de importación, traídos de ultramar, cafés y chocolates, licores franceses o alimentos ahumados. En la posguerra la adquirieron los antecesores de los actuales propietarios: la familia Villacampa-Sanvicente.
Visitada por turistas por su decoración, especialmente la obra del pintor local León Abadías, su dueña actual, María Jesús Sanvicente, recibió en 2011 un premio en Francia a la «mujer emprendedora de Europa». Ahora vende productos de alimentación de calidad: bacalao en salazón de los mejores caladeros de las islas Faroe con un proceso de curación artesanal; legumbres, como el judión de la Granja, judía de León, fabes asturianas, garbanzo castellano, lentejas de Gomecello y boliche aragonés; especias puras y aromáticas; chocolate de elaboración artesanal y productos de Aragón, además de disponer en Navidad de productos típicos de esas fechas de calidad.
También cuenta con una bodega en los bajos del establecimiento, con dos largas naves abovedadas y divididas por gruesos pilares construida de piedra arenisca y ladrillo, lo que la convierte en una cava perfecta para la correcta conservación y almacenajes de los mejores caldos aragoneses expuestos, tal y como explican los dueños del establecimiento. En ella, hay una gran variedad de vinos del Somontano pero también Riojas, Ribera del Duero, así como licores de elaboración artesanal en pueblos del Pirineo, cavas nacionales y champagnes franceses.
La Taberna del Gourmet, en Alicante, es un proyecto de restauración iniciado en 1979, donde, señalan sus creadores, «la innovación está al servicio del producto ecológico y sabores tradicionales». En ella es posible tomarse una caña en una «animada barra alicantina» salpicada con tapas, montaditos, salazones y quesos de diversas denominaciones mientras se compran desde «frutas y verduras de la huerta, hasta los más distinguidos embutidos del mercado y los mariscos y pescados más fresco de la lonja», como reza su página web.
El éxito de este establecimiento, donde se exponen también productos delicatessen, como aceites de oliva virgen extra, latas y conservas, además de selectos vinos, ha hecho que sus propietarios hayan abierto otro en la calle paralela, en pleno paseo marítimo de Alicante, además de ubicar un espacio en la zona Gourmet Experience de El Corte Inglés con posibilidad de desayunar, comer, tapear o cenar con tapas alicantinas e internacionales.
En Madrid, El jardín del convento, es una tienda integrada en el monasterio del Corpus Cristi del siglo XVII vende postres realizados en monasterios españoles. La estilista Isabel Ottino, propietaria del local, y la anticuaria Reyes de Benito, han otorgado al establecimiento una imagen de boutique parisina.
En Barcelona, dos estudiantes de diseño han realizado la imagen para una tienda de frutas y verduras en conserva, Monseiur appert, que homenajea al descubridor de la fórmula de preservar alimentos: Nicolás Appert y que por medio de la gráfica quiere transmitir valores de tradición, experiencia y calidad del producto, según explican sus propios creadores en su página web. Sus autores, Mariano Pascual y Diogo Nascimento, tienen pensado que el producto se dé en recipientes reutilizables con una etiqueta que identifique el contenido.
Pimientos del piquillo, habas con trocitos de jamón en aceite de sésamo, tomates secos con hierbas en aceite de oliva, que, según decía Nicolás Appert, «conservan todo su sabor si son puestos al sol en las mañanas frescas de verano», así como melocotón en almíbar, que, según Appert, para lograr los «más dulces» deben ser «cortados gentilmente de árboles plantados a la sombra», son algunos de los productos que se venderán.