No existe un vínculo sólido entre el consumo de alimentos fritos con aceite de oliva o de girasol y la enfermedad coronaria o la muerte prematura. Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por Pilar Guallar-Castillón, de la Universidad Autónoma de Madrid, que estudió las costumbres culinarias de 40.757 adultos de entre 29 y 69 años durante un periodo de once años. Ninguno de ellos sufría patología cardiovascular alguna cuando comenzó el estudio.
Los autores de la investigación, publicada en la prestigiosa revista British Medical Journal y realizada en España, advierten no obstante de que esta conclusión podría variar en otros países que usan otro tipo de aceites o utilizan el aceite para freír varias veces.
Nadie niega, eso sí, que el consumo de grandes cantidades de alimentos fritos, propio de los países mediterráneos, eleva la tensión arterial y los niveles de colesterol, así como la obesidad, todos ellos factores de riesgo cardiovascular, pero lo que este estudio descarta concretamente es que haya una relación con la enfermedad coronaria.
En un editorial que acompaña al artículo, el profesor Michael Leitzmann, de la Universidad de Regensburg (Alemania), señala que el presente trabajo acaba con el mito de que las frituras hechas con aceites de calidad “son generalmente malas para el corazón”, lo que no significa sin embargo que “comer frecuentemente fish and chips no tenga consecuencias para la salud”. Todo depende del tipo y calidad del aceite.