papasfritas

La hiperfagia hedónica es una enfermedad que afecta a cientos de millones de personas en el mundo y que les lleva, por ejemplo, a probar una patata frita y tener que pegarse un atracón de este producto, es decir, es el término científico para denominar comer en exceso por placer en lugar de por hambre. Entre las razones por las que las personas se sienten atraídas por este tipo de alimentos, incluso con el estómago lleno, se sospecha que está la alta proporción de grasas e hidratos de carbono, que envían un mensaje agradable al cerebro.

Así lo pusieron de manifiesto los autores de una investigación durante su presentación en la 254 Reunión y Exposición Nacional de la Sociedad Americana de Química. Tobias Hoch, director del estudio, explica: «Es una sobrealimentación recreativa que puede ocurrir a casi todo el mundo en algún momento de la vida. La forma crónica es un factor clave en la epidemia de sobrepeso y obesidad, que en Estados Unidos amenaza a dos de cada tres personas».

El equipo de científicos, de la ‘FAU Erlangen-Nuremberg’, en Erlangen, Alemania, probó la condición con un estudio en el que permitieron a un grupo de ratas de laboratorio pegarse un festín de patatas fritas, mientras otro grupo recibió un banquete más suave. «El efecto de las patatas fritas en la actividad cerebral, así como el comportamiento de alimentación, sólo puede ser explicado en parte por su contenido en grasas e hidratos de carbono –subrayó Tobias Hoch–. Pero tiene que haber algo más en las patatas fritas que las hagan tan deseables».

En el estudio, se ofreció a las ratas uno de tres alimentos de prueba, además de su comida estándar: comida de animales estándar en polvo, una mezcla de grasa y carbohidratos o papas fritas. Se comieron cantidades similares de comida, así como patatas fritas y la mezcla, pero más activamente las patatas fritas, que sólo pueden explicarse en parte por el alto contenido energético de este bocado, dijo Hoch.

Aunque los carbohidratos y las grasas también son una fuente de alta energía, las ratas persiguieron más activamente las patatas y menos la comida estándar. Para el director de la investigación, ésta era una prueba más de que algunos ingredientes de las ‘chips’ desatan un mayor interés en las ratas que los carbohidratos y la mezcla de grasas. El equipo detectó que los centros de recompensa y adicción en el cerebro registran una mayor actividad, pero las áreas de la ingesta de alimentos, el sueño, la actividad y el movimiento también se estimularon significativamente diferente al comer las patatas fritas.

Puesto que las chips y otros alimentos afectan al centro de recompensa en el cerebro, una explicación de por qué a algunas personas no les gustan los aperitivos es que «posiblemente, el grado en que el sistema de recompensa del cerebro se activa en diferentes individuos puede variar en función de las preferencias de sabor individuales«, explicó Hoch. Así, en algunos casos es posible que la señal de recompensa de la comida no sea lo suficientemente fuerte como para anular el gusto de cada uno y otras personas simplemente tienen más fuerza de voluntad en la elección de no comer grandes cantidades, por ejemplo, de bocadillos.

 

 

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