Foto: brainware3000.

Las personas que sienten hambre ven las palabras relacionadas con la comida de forma más nítida, según una investigación publicada en la revista ‘Psychological Science’. Este cambio en la visión sucede en las fases más iniciales de la percepción, antes de que las áreas superiores del cerebro tengan la oportunidad de procesar los mensajes procedentes de los ojos.

Es sabido que los sentidos se ven afectados por lo que sucede en nuestras mentes mientras estamos procesando la información que procede de ellos. Como ejemplo, los investigadores citan cómo los niños más pobres piensan que las monedas son más grandes de lo que realmente son y las personas hambrientas ven las imágenes de los alimentos de forma más viva.

El estudio, dirigido por Rémi Radel de la Universidad Sophia-Antipolis de Niza (Francia), tenía por objetivo investigar si el fenómeno se producía de forma directa al recibir el cerebro las imágenes de los ojos o bien si existía un procesamiento por parte de los sistemas de pensamiento más complejos y de forma más elaborada.

“Que los humanos puedan percibir lo que necesitan o lo que buscan es fascinante. Nuestro cerebro puede realmente estar a disposición de nuestros intereses y necesidades. Existe algo en nuestro interior que selecciona la información del mundo para hacernos la vida más sencilla”, apunta Radel.

En el trabajo participaron 42 estudiantes con un índice de masa corporal (IMC) normal que de forma individual llegaban al laboratorio en la tarde tras tres o cuatro horas sin comer nada. Al llegar eran informados de que existía un retraso, algunos tenían que volver en 10 minutos y otros disponían de una hora extra para poder comer. De esta forma, la mitad de los estudiantes sentían hambre cuando realizaban el experimento y la otra mitad se podía considerar que no tenían esta necesidad.

En el experimento los estudiantes miraban la pantalla de un ordenador donde se exponían de una en una 80 palabras durante una fracción mínima de segundo y a un tamaño que se encontraba en el umbral mínimo de percepción visual. Una cuarta parte de las palabras estaban asociadas con la comida.

Después de cada palabra se preguntaba a los sujetos la nitidez con la que habían visto la palabra y les pedían elegir entre dos palabras que habían visto, una asociada con la comida como ‘pastel’ y otra neutral como ‘barco’. Cada palabra aparecía de forma tan fugaz que los participantes casi no tenían tiempo para leerla. Las personas que no habían comido y debían de estar hambrientas veían las palabras relacionadas con la comida de forma más nítida y las identificaban mejor entre el conjunto total.

Según señala Radel, dado que las palabras tenían una aparición tan breve que los estudiantes casi no eran conscientes de su significado, esta percepción no se debía a que se estuviera produciendo algún tipo de procesamiento en el cerebro tras descubrir qué se estaba observando.

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