A estas alturas nadie duda de que El Bulli de Ferran Adrià constituye uno de los grandes hitos de la historia de la alta cocina a escala mundial. Sin embargo, ya hay a quien tanto trajín a cuesta de la cocina de vanguardia, la cocina molecular y demás le tienen un poquito hasta los mismísimos. Un buen ejemplo es esta taberna de Jerez (Cádiz) que apuesta por atraer clientes a su barra con toda una declaración de principios: El Bulli que se quede en Girona, que aquí ya tenemos lo nuestro.
La bulla es sinónimo de prisa por estos lares, no digo más, así que el nombre es de lo más acertado
El nombre es gracioso. Lo de que la cocina molecular tenga hasta los mismísimos a algunos me parece un comentario fuera de lugar. Para empezar, Adriá ha puesto la cocina española en el centro del universo culinario mundial. Tampoco entiendo qué hay de malo en ser creativo. La cocina molecular no ha cerrado bares y restaurantes tradicionales, sino que ha creado interés por la gastronomía, de lo cual todo el mundo se beneficia.