Estruch y su equipo/Foto: CIBERobn

Tanto el etanol como los polifenoles presentes en el vino tinto tienen distintos efectos beneficiosos sobre las moléculas inflamatorias causantes de la ateroesclerosis en sus estadios tempranos. Asimismo, la combinación de ambos compuestos es más eficaz en pacientes con alto riesgo cardiovascular.

Estas son las principales conclusiones de un ensayo clínico realizado por tres grupos del Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), liderados por los doctores Ramón Estruch, Francisco José Tinahones y Dolores Corella.

El trabajo, publicado en revista American Journal of Clinical Nutrition, mostró cambios positivos en el perfil inflamatorio de estos pacientes que indican que el consumo moderado de vino tinto podría ser beneficioso en las primeras etapas de la aterosclerosis contrarrestando su progresión.

“Nuestros resultados sugieren que tanto el etanol como los compuestos no alcohólicos contribuyen a los efectos antiinflamatorios del vino tinto», sostiene Estruch, que agrega que su contenido fenólico puede modular las moléculas de adhesión leucocitaria, mientras que el etanol y los polifenoles que contiene pueden modular los mediadores solubles inflamatorios en pacientes con alto riesgo de enfermedad cardiovascular”.

Para demostrar las bondades del consumo moderado de alcohol de vino se reclutó a 73 sujetos varones de alto riesgo cardiovascular con edades comprendidas entre 55 y 75 años. Se seleccionó a los que eran consumidores moderados de alcohol (1-3 bebidas/día) y tenían diabetes o tres de los siguientes factores de riesgo cardiovascular: tabaquismo, hipertensión arterial, colesterol, sobrepeso u obesidad [IMC (en kg/m2) ≥ 25] y/o antecedentes familiares de enfermedad coronaria prematura. De los 73, 67 cumplían con los criterios de inclusión.

Según informa CIBERobn, el estudio incluyó tres períodos de cuatro semanas después de uno previo de lavado de dos semanas en el que a los voluntarios se les pidió que no consumieran bebidas alcohólicas. Todos los sujetos recibieron vino tinto (272 ml, 30 g de etanol/día), la misma cantidad de polifenoles pero sin alcohol en forma de vino de color rojo (272 ml) y ginebra (que no contiene polifenoles: 100 ml, 30 g de etanol/día) durante 4 semanas. Antes y después de cada intervención se analizaron 18 biomarcadores inflamatorios en suero y siete celulares y fueron evaluados.

Efecto antiinflamatorio

Tras el análisis de los resultados, los investigadores constataron que la prueba sólo de alcohol (ginebra) ejerció un efecto antiinflamatorio en pacientes de alto riesgo y disminuyó los niveles de algunos marcadores inflamatorios. La intervención sólo con compuestos fenólicos (vino tinto sin alcohol) mostró la disminución de las concentraciones séricas de otros mediadores de la inflamación.

Otra de las conclusiones obtenidas es que la combinación del etanol y polifenoles que contiene el vino tinto afectan más a los pacientes con alto riesgo cardiovascular, cuyos biomarcadores inflamatorios se vieron reducidos en mayor medida.

El descubrimiento de que los distintos componentes tienen diferentes efectos sobre las moléculas inflamatorias es muy importante porque, según explicó Estruch, supone «una nueva e importante evidencia mecánica de que la reducción del riesgo de enfermedad cardiovascular entre los bebedores de vino tinto observado en la mayoría de los estudios epidemiológicos puede ser consecuencia de una combinación de ambos, el alcohol y los polifenoles del vino, y no sólo de estos últimos como se creía hasta ahora”.

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