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Los vinos de Bodegas Toribio estuvieron presentes en Iberovinac. /Ag

Es posible que el entendido en vinos no se sorprenda si le decimos que en Extremadura se están haciendo unos vinos de gran calidad que poco tienen que ver con los que se hacían hace 10 años o incluso menos. Unos caldos, los de la Ribera del Guadiana, que están luchando por abrirse hueco en este competitivo mercado que dominan nuestras dos principales denominaciones de origen, Rioja y Ribera del Duero.

La pasada semana tuvimos la oportunidad de degustar los mejores vinos de Ribera del Guadiana en el decimocuarto Salón del Vino y la Aceituna de Extremadura (Iberovinac), que del 5 al 7 de noviembre concentró en Almendralejo (Badajoz) a productores y distribuidores de vino, tanto de la tierra como de otras zonas de España, y a más de 60 importadores de Europa, América, Asía y África. Asimismo, la aceituna y el aceite de oliva también tuvieron una presencia destacada en la feria.

El Salón contó con la presencia del único Master of Wine español en activo (de los 288 que hay en todo el mundo), Pedro Ballesteros, que seleccionó ocho vinos de Ribera del Guadiana presentes en Iberovinac para analizar su proyección tanto a nivel nacional como internacional. Ballesteros, ingeniero agrónomo de profesión y afincado en Bruselas, desde donde asesora a distintas empresas e instituciones, no dudó en afirmar que Extremadura es una región “en total desarrollo” en la elaboración de vinos de calidad.

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Imagen de los stands de tres de las bodegas que estuvieron en Iberovinac 2013. /Ag

“Es como el Silicon Valley del vino”, señaló, en referencia a la zona de San Francisco (EEUU) donde se concentran las mayores empresas de tecnología del mundo. A su juicio, Extremadura ha contado con el hándicap de no haber sido nunca lugar de tránsito comercial, algo que en el siglo XXI y en plena era de la comunicación ya no es tan importante. En cuanto a la principal fuente de ingresos de las bodegas de esta región, el vino a granel, indicó que “está muy bien para hacer caja”, pero hay que complementarlo con vinos embotellados de calidad, ya que “el 70% del vino del mundo se vende en supermercados”. “El granel es un producto anónimo. Y lo único que queda es el sitio, el origen, el nombre geográfico. Y eso hay que cultivarlo”, añadió.

El primer vino que comentó fue un Cava de Almendralejo, que definió como “preciosa anomalía”, ya que todo el mundo asocia el cava con Cataluña. Durante esta cata lanzó un mensaje a los productores, porque, según dijo, el cava es el espumoso más barato en países como Bélgica y “no es bueno asociar tu producto a lo barato”. En este sentido, aprovechó la cata del segundo vino, un blanco elaborado con las cuatro variedades autóctonas de Extremadura, “pensado para agradar al mayor número de personas”, para incidir en el asunto del precio de los vinos de esta tierra: “Piensen en el dinero que está dispuesto a pagar un holandés, por ejemplo, y en cuánto está perdiendo al venderlo más barato”, dijo, dirigiéndose a los productores.

Tras comentar otro blanco más, un Emperador elaborado con “la tan amada y denostada uva Cayetana”, que tradicionalmente se enviaba a Jerez para destilar, Ballesteros pasó a los tintos. Aunque antes, este Master of Wine hizo dos reflexiones en voz alta sobre el papel que juega el vino tanto a nivel emocional como en la economía de un país. Dos reflexiones que valen por todo este artículo. La primera: “El vino es sólo para soñar, compartir, contar historias… Para comer ya está el pan”. Y la segunda: “El que bebe gin tonic está ayudando a la industria inglesa, quien bebe un vino de aquí está sacando a un chico del paro”.

Pedro Ballesteros
El Master of Wine español, Pedro Ballesteros, durante su cata-conferencia. /Ag

El primer tinto que probó (y probamos todos los asistentes a la cata, al igual que con los otros siete) fue Cávea, de Bodegas Carabal, al que destacó por su frescura. Le siguió un Marqués de Valdueza, un vino “con un estilo ambicioso” que, en su opinión, habla de la tradición vinícola española . Durante la cata de este vino, Ballesteros nos regaló otro titular más: “El buen bebedor de vino es lo más infiel que existe; el de Coca-cola, no. El bebedor de vino es inteligente; el de Coca-cola, no”.

El sexto vino seleccionado por Pedro Ballesteros fue Madre del Agua, de Bodegas Toribio. Un tinto elaborado con uva Garnacha Tintorera, que tras ser denostada durante años ahora resurge con fuerza. Si nos hubieran preguntado a nosotros, Madre del Agua habría sido el ganador de esta cata-conferencia, si es que hubiera existido un premio en juego. Y para Ballesteros, puede que también, a tenor de lo que dijo sobre él. “Es un vino más redondo, es diferente. Es una propuesta a explorar”. Tras un segundo trago, añadió: “Es un vino delicioso, muy bien caracterizado”. El gerente de esta bodega, Fernando Toribio, situado justo detrás de nosotros, no cabía en sí de gozo tras estas palabras del Master of Wine español.

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Expositor de los vinos de Pago Los Balancines. /Ag

Tras este magnífico vino nos topamos con otro que no bajó el nivel: un MataNegra crianza de Pago Los Balancines (Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Garnacha Tintorera), que también gustó mucho a Ballesteros: “Un vino que da una idea de un sitio muy específico. Muy bien hecho y muy extremeño. Es difícil encontrar algo que se le parezca. Te dice ‘yo vengo de un sitio del que sólo yo puedo venir’. Es un vino orgulloso de su extremeñidad”.

Esa misma mañana, la directora comercial de esta bodega, Maribel del Amo, nos mostró su preferencia por este MataNegra frente a otro vino de su bodega, Huno, que, sin embargo, es el que más puntuación ha obtenido en la Guía Peñín y en la Repsol (93 puntos en ambas). “Queremos hacer los mejores vinos de Extremadura, aunque suene pretencioso”, afirmó la responsable de Pago de los Balancines en Iberovinac. Si tenemos en cuenta lo dicho por Ballesteros, esta bodega no va desencaminada.

Pedro Ballesteros terminó la cata-conferencia con un Palacio Quemado Los Acilates 2010, elaborado con Syrah y Tempranillo y que, al igual que los dos anteriores, es un vino “profundamente extremeño”. El Master of Wine se despidió de una sala abarrotada no sin antes recomendar a los bodegueros allí presentes que miren más “a los grandes vinos portugueses”, más próximos geográficamente.

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