El tartar de buey de Fan Fan, realmente bueno.

El equilibrio, ese concepto de que tanto saben las civilizaciones orientales y tan complicado encaje tiene en nuestro mundo occidental, es ciertamente difícil de lograr en el ámbito de la restauración, sobre todo cuando uno se lanza a la conquista de una de las calles con mayor competencia desde el punto de vista culinario de Madrid: el Paseo de la Castellana. En tan sólo un año y medio, el tiempo que lleva abierto, el restaurante Fan Fan (Paseo de la Castellana, 122) ha logrado alcanzar el ansiado equilibrio gracias a una oferta diferenciada que se basa en la combinación adecuada entre una cocina de mercado de calidad con toques asiáticos, un local cómodo y confortable, una decoración ciertamente original y unos precios asequibles.

Por ahora el resultado ha sido un éxito absoluto en la liga más difícil: la de aquellos que compiten por atraer a mediodía, con un menú de calidad, a los profesionales que pueblan las oficinas de los edificios y rascacielos de la zona de Nuevos Ministerios. Y es que a eso de las dos y media de la tarde, cuando tuvo lugar nuestra experiencia, el Fan Fan era un hervidero de comensales. Sin embargo, pese al lleno total, el entorno, marcado por la calidez de las maderas y el tono de los objetos vintage que pueblan el local, y por supuesto el buen servicio, hacían que la comida se convirtiera en un momento de relajación y disfrute.

Desde luego los platos son el mejor aliado para conseguirlo. Con gran presencia de diferentes tipos de ensaladas y protagonismo de las carnes, que provienen del puesto de Peña Delicatessen en el Mercado de Chamartín, y los pescados, que llegan al Fan Fan de las manos del Grupo Balfegó, este restaurante ofrece al comensal una oferta que permite un abanico de posibilidades desde unos menús del día variados y originales (con precios desde 9,95 hasta 14,50 euros) hasta una carta que encierra secretos tan bien guardados como el micuit de pato, los huevos a baja temperatura con trufa negra (uno de los platos más solicitados), el carpaccio de gamba roja o el steak tartar de solomillo de cebón o de buey.

Las carnes, desde luego en el caso del tartar, son de la máxima frescura y tienen el aderezo justo, y los guiños orientales, como el dim sum de gambas, están muy logrados y aportan un punto de eclecticismo al local de Jorge Butragueño, su propietario, que empezó siendo socio de los restautantes Petit Appetit hasta que, hace año y medio, decidió lanzarse a la aventura en solitario, y desde luego que no parece irle mal del todo. Parte del éxito se lo debe, además de a los fogones, a la diseñadora Jessica de Diego, responsable de que uno se sienta tan cómodo en el Fan Fan.

Sostiene Butragueño que, una vez superada con nota la prueba de los menús de mediodía, ahora van a empezar a dar la batalla del afterwork, un modelo que cada vez tiene más adeptos; y sus armas para conseguirlo van a ser sus combinados y cócteles y, sobre todo, sus hamburguesas, que según el propietario están entre las mejores de Madrid por la calidad de su carne y la originalidad de sus propuestas. Habrá que probarlas.

 

 

Dim Sum de gambas.
El interior del Fan Fan
El propietario del Fan Fan, Jorge Butragueño.
La planta baja del local.

 

 

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