El Príncipe Alberto, en una cata de whisky escocés. / Foto: Glenmorangie
El Príncipe Alberto, en una cata de whisky escocés. / Foto: Glenmorangie

Nadie duda de que gobernar debe ser tarea ardua y, a veces, incluso algo tediosa. Por eso en ocasiones los próceres de la patria, utilizando sin duda habilidades innatas, buscan solaz en otras tareas si no menos importantes, sí más reconfortantes para el cuerpo y el alma. Es el caso del Príncipe Alberto de Mónaco que, lejos de dedicar su seguro escasísimo tiempo libre a cazar elefantes, como hacen unos, o a inspeccionar lo bajos fondos del Mar Negro a bordo de batiscafo, como hacen otros, ha apostado por una actividad mucho menos peligrosa y, sin duda, placentera: catar estupendos whiskys de malta escoceses.

Lo anunciaba esta semana con sumo placer el prestigioso fabricante de whisky escocés Glenmorangie: Su Alteza Serenísima, «reconocido experto en whisky de malta», ha decidido colaborar por primera vez con una destilería para seleccionar un whisky de malta que portará su nombre. La buena noticia es doble, ya que «la excepcional barrica de whisky embotellada en su honor servirá para apoyar la conservación del medio ambiente, una causa por la que tanto el Príncipe como Glenmorangie y la Casa de Escocia muestran su firme compromiso».

Para lograr tan noble fin el pasado mes de junio Su Alteza Serenísima visitó la Destilería Glenmorangie en las Highlands escocesas para explorar los secretos que esconde la creación del whisky más complejo del mundo. A orillas de Dornoch Firth,  tras un trabajo seguro que concienzudo, el Príncipe  seleccionó una barrica con el asesoramiento de Bill Lumsdem, Director de Destilación y Creación del Whisky Glenmorangie. El Soberano seleccionó un «espléndido whisky de color dorado pálido que madurado durante 12 años en una barrica de Bourbon». «Reflejando los regalos de la naturaleza en sus notas de brezo, miel, plátanos, melocotones y lima, el embotellado personifica la pasión del Príncipe y Glenmorangie por los Single Malts y el mundo natural”, dijo Lumsdem.

Adornado con el escudo de armas de la Casa del Príncipe de Grimaldi, sólo se han creado 180 botellas. Las dos primeras ya se han subastado en una gala de la Monte Carlo Whisky Society para recaudar dinero para la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco y para la Marine Conservation Society (MCS), con la que Glenmorangie colabora desde hace años. El resto de botellas se destinará a apoyar las futuras misiones de la fundación del Príncipe.

Por su parte, Su Alteza Serenísima ha comentado: “tengo una conexión profunda con Escocia a través de mi tatarabuela y en mi visita a la destilería Glenmorangie, me encantó seleccionar una barrica para ser embotellada en apoyo a la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco, que promueve el desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente. Estoy encantado de que Glenmorangie comparta este mismo cometido”.

 

 

 

Comentarios

  1. Esto de la realeza, tiene muchas responsabilidades, entre ellas, la de catar buenos caldos y mejores libaciones. Y, debe de ser , entre tantas «obligaciones», de las menos insufribles. ¿No fue Fray Luis de León, quien dijo aquello de «que descansada vida»?. Pues eso. En el caso de este , y del resto de sus colegas.

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