La cocinera valenciana, primera top chef / Foto: antena3.com
La cocinera valenciana, primera top chef / Foto: antena3.com

No hubo sorpresas. La valenciana Begoña Rodrigo, propietaria y chef del restaurante La Salita, hizo buenos a los pronósticos y a los rumores que habían circulado en los días anteriores y se convirtió anoche en la primera Top Chef española al ganar la final a Antonio Arrabal, el otro cocinero finalista tras quedar eliminado Miguel Cobo.

Begoña logró su objetivo tras deslumbrar a un ilustre jurado formado por los más prestigiosos cocineros españoles (Arzak, Joan Roca, Dacosta, Subijana, Berasategui, Arguiñano y Atxa) con un menú que, en sus propias palabras, era una «orquesta de sabores interpretando una sinfonía perfecta».

En concreto, estaba compuesto por una «menestra de mar» con verdura, anguila y un fondo de toques marinos con plancton, un producto que no había usado nunca; y por un plato principal cuyo protagonista era una suprema de pichón cocinado a baja temperatura, sin olvidar el postre, una maravillosa combinación de fruta de la pasión, yogur, chocolate blanco y arena de galleta y naranja.

Tras tres meses de competición, Rodrigo ha sido finalmente la elegida para disfrutar de un premio nada desdeñable, valorado en nada menos que 100.000 euros e integrado por 30.000 euros en metálico, una cocina completa de Electrolux y la edición de un libro de recetas, por lo que es fácil deducir que a partir de ahora no lo tendrá difícil para cumplir su objetivo de montar un pequeño mesón en el campo, con pocas mesas, un objetivo que se cumple tras años de trabajo duro.

«He trabajado como una perra, pero he hecho lo que me ha salido de la peineta toda mi vida», dijo antes de la final esta mujer que abandonó sus estudios de ingeniería industrial por la cocina y se formó por su cuenta en Londres, Amsterdam y Tailandia. Toda una declaración de intenciones ante la que poco pudo hacer en la final la tenacidad, la seguridad y la técnica de Antonio Arrabal, un cocinero solvente pero que se mueve mucho menos cómodamente en los territorios de la creación y que construyó un menú muy basado en los sabores castellanos y demasiado contundente y tosco para unos paladares, los del jurado, que en realidad buscaban otras cosas.

UNA FINAL SEGUIDA POR 3,8 MILLONES DE ESPECTADORES

Como producto televisivo, Top Chef ha demostrado ser un gran programa de televisión, buscando la emotividad fácil en los momentos adecuados, aunque sin pasarse (bueno, a veces un poco) y consiguiendo de paso que se sigan asociando las palabras alta cocina y creación. Chicote ha vuelto a demostrar, por su parte, que no le faltará nunca trabajo en un medio, la televisión, donde se mueve tan bien como entre fogones.

Tras la final ya están desvelados todos los detalles de esta primera edición de Top Chef incluyendo el que, seguramente, resulta más importante para los responsables de la cadena, la audiencia. La final fue seguida por 3.805.000 espectadores, logrando una cuota de pantalla del 23,9%.

No logró batir por tanto a la final de su rival de TVE, Masterchef, que logró más de 5,5 millones de espectadores y el 33,1% de la cuota de pantalla en julio pasado, ni a la final de La Voz (4.044.000 espectadores y 28,4% de share) pero, desde luego, es un gran resultado.

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