El bar Docamar está a punto de cumplir medio siglo de vida. Inaugurado en 1963 por Donato Cabrera Martínez en la conocida plaza de Quintana, donde cada domingo se juntan cientos de niños y padres a cambiar cromos, este bar “de barrio” se ha convertido en un referente del tapeo madrileño, especialmente por servir las que, según atestiguan sus clientes, son “las mejores bravas de Madrid y parte del extranjero”.

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Raúl Cabrera (Madrid, 1969), nieto del fundador de Docamar, acabó la diplomatura de Estadística en 1993 en la Universidad Complutense, y desde entonces se encuentra al frente del emblemático negocio familiar.

Según ha explicado Raúl a Actualidad Gastronómica, “en el barrio todo el mundo conoce el Docamar, es un clásico, de los más antiguos”. “El éxito de estos 50 años está en nuestra especialidad, las patatas  bravas. Docamar es un bar muy popular, económico, y de tanto hacer patatas bravas hemos terminado haciéndolo bien”, bromea.

El establecimiento consume 3.000 kilogramos de patatas a la semana, que se cortan manualmente, y tiene a una persona en la cocina dedicada exclusivamente a su preparación. Raúl asegura que la salsa no tiene ningún ingrediente especial: “todos son comunes y están en todas las cocinas, pero la forma de hacer la salsa sí resulta un poco especial”.

En su opinión, el secreto de las bravas del Docamar radica en que al consumirse en gran cantidad, se pone más empeño y dedicación. “En muchos sitios te ponen las patatas recalentadas o congeladas. Aquí se tiene mucho cuidado en que la patata esté en su punto óptimo de fritura (se fríen a fuego lento para que queden doradas por fuera y tiernas por dentro), que el aceite sea de buena calidad, la apariencia uniforme, la salsa casera”.

Raúl Cabrera sirve una de bravas en el Docamar / Foto: Salvador García

El dueño de Docamar no se atreve a decir que hagan las mejores patatas bravas de España, porque “en cada ciudad hay un sitio típico de bravas y depende del gusto del consumidor, pero dentro de Madrid estamos entre los mejores”, puntualiza con orgullo.

Por ello, Raúl señala que no recuerda un fin de semana que el bar no se encuentre hasta arriba a la hora del aperitivo, ni siquiera en época de crisis. “Más que de la crisis, nosotros dependemos del tiempo que haga, sobre todo de la lluvia, y de si juega Nadal un domingo a la una. Nosotros somos muy de fin de semana, incluso en verano cuando hace un calor horrible viene la gente a tomar el aperitivo”.

Docamar se preocupa siempre por su clientes, y fue uno de los primeros bares que prohibió totalmente fumar, antes de entrar en vigor la Ley Antitabaco. “La verdad es que aumentamos las ventas, aquí vienen muchas familias con niños que lo agradecieron. Para los fumadores hemos acondicionado en el exterior una zona de tapeo que cuenta con calefactores para los días fríos de invierno y un nebulizador para refrescar en verano”.

Además de las bravas, Docamar ofrece otras comidas típicas de Madrid, sobre la base de una cocina casera, tradicional y sencilla,  como calamares, caracoles o callos a la madrileña, “típico de un bar muy batallero y de mogollón, sin florituras”.

Pero al margen del éxito de las bravas y de su cocina, Docamar no se queda ahí, y siempre piensa en interactuar con sus clientes, muchos de ellos amigos. “Hace tiempo montamos una exposición de fotografías antiguas del barrio para que los vecinos que vengan puedan ver la historia de su barrio en blanco y negro. Todos los años hacemos cosas. Ahora hemos creado un blog, corazón de patata, y estamos pensando en publicar un libro de cara al 50 aniversario”.

Asimismo, Docamar colaboró el año pasado en la campaña “Restaurantes contra el hambre”, en la que una parte del precio de  las consumiciones se donaba a proyectos de Acción contra el Hambre. “Dar satisfacciones a la gente nos da vida. Por eso llevamos a cabo colaboraciones que hacen que la gente se acuerde de nosotros”, señaló Raúl.

Antes de acabar la entrevista, Raúl Cabrera nos recomendó un restaurante (Platero & Co., en la calle Doctor Castelo, cerca del Retiro), una comida (macarrones con tomate, “así de simple”) y un vino (Pago de Carraovejas, de Ribera del Duero) y felicitó a Actualidad Gastronómica por su iniciativa: “Me parece un proyecto muy completo, con noticias de actualidad. Me gusta, hace un repaso al sector y está muy actualizado, al día”.

Las bravas del Doca, un clásico del aperitivo en Madrid / Foto: Salvador García

 

Comentarios

  1. Pedimos 2 jarras de tercio de barril de estrella damm y una clara. Cuando nos las estamos bebiendo me doy cuenta de que las jarras no son de tercio (0.33), sino de cuarto (0.25). Se lo digo al camarero que nos las ha servido y nos dice que es que no les quedaban de tercio y que por eso nos habían puesto esas… Cuando llega la cuenta, nos habían cobrado las jarras como si fueran de tercio. Primero, ese camarero desaparece y me viene a atender otro. Le explico lo sucedido y me dice que ELLOS LLAMAN ASÍ A LAS JARRAS DE TERCIO!!!. Le expliqué que eso es una medida y no una denominación que puedes poner como te dé la gana. Vino un tercer camarero (una chica) y nos dijo que teníamos razón, pero que la carta estaba mal… SI YO LEO EN LA CARTA 1/3 (0.33), PIDO 1/3 (0.33), ME COBRAS 1/3 (0.33), PERO ME SIRVES 1/4 (0.25), O ME ESTÁS SIRVIENDO DE MENOS O ME ESTÁS COBRANDO DE MÁS!!! ADEMÁS, Y POR ESO ME HE LANZADO A DEJAR ESTE COMENTARIO, SOSPECHO QUE NO FUIMOS LOS ÚNICOS, YA QUE VÍ RECOGER MÁS DE 20 JARRAS DE ESTE TIPO!!! OJO A LO QUE PEDÍS Y LO QUE OS PONEN!!!!

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